Ya existía en el siglo V
La lucha contra la gravedad es muy antigua. Ya en el siglo V, en Sicilia, se dibujaban a doncellas ataviadas con corpiños. Hace cuatro mil quinientos años, en la isla de Creta, las damas usaban una prenda que elevaba sus senos para exhibirlos desnudos fuera de su ropa. En Roma y Grecia, en tanto, las mujeres sostenían sus pechos con bandas de seda.
Su origen es difuso. Y varios quisieron otorgarse el mérito. A mediados del siglo XIX, el neoyorquino Henry Lesher patentó unos armazones metálicos. En 1863 Luman Chapman registró un medio corsé, con lazos cruzados en la espalda y ajustados sobre el abdomen. En 1890 se vendían por correo. Pero el corsé moldeaba el cuerpo con una fuerza descomunal.
En 1876, la diseñadora Olivia Flynt, patentó en Boston un sustituto del torturador corsé. Creó un sujetador, que cubría la mitad superior del torso, sosteniendo cada pecho en una bolsa de tela. Innovadora, imaginó otra versión con un acolchado adicional para los bustos pequeños.
Tiempo después, Charles Moorehouse diseñó copas de hule, rellenas de aire, con tirantes. La aparición del nylon en 1939 posibilitó la confección de fibras tipo lycra e impulsó la industria del corpiño.
No faltaron ideadores y reformadores del íntimo artículo. También varios forcejearon por la autoría del término brassiere.
De todos modos, la invención del corpiño como hoy se conoce se le atribuye a la norteamericana Mary Phelps Jacob. Junto con su criada, dibujó dos triángulos y los trasladó a simple pañuelos atados con una cinta, con el fin de poder usarlo debajo de un vestido de noche escotado. El 3 de noviembre de 1914 registró su "brassiere sin espalda" y abrió un taller para producir sostenes. Al poco tiempo vendió la patente a la compañía Warner Brothers de Connecticut, por sólo 1.500 dólares.
Aunque cueste creerlo, la Primera Guerra Mundial impulsó el uso del corpiño, aunque su creadora era pacifista y fundó la organización Mujeres contra la Guerra. En Estados Unidos se inició una campaña para que las mujeres dejen de usar corsés. Pretendían ahorrar 28.000 toneladas de metal, el equivalente a dos buques de guerra. En 1945, el corpiño dejó de ser una prenda íntima para formar parte de la pública bikini. Hoy los hay hasta invisibles.
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